sábado, 16 de julio de 2011

Todo es ficción: algo más que poesía.



Los artistas Martin Felix Massa, Alba Fernández Alba y Pierre Arnaut se unen para presentar Todo es ficción, una tarde de poesía, visuales y música.



El estreno será el Martes 26 de julio en el Café Le Tournesol en Barcelona.






lunes, 17 de enero de 2011

Estudios sobre la Guerra Civil española. El dilema de la objetividad.

“No existe la información objetiva, no fue posible entonces y no lo es ahora”

Las ideologías tanto en un bando como en otro y en general la ideología latente tras cualquier información hacen de la labor de estudio una tarea complicada.
La información evoluciona y sufre modificaciones y manipulaciones a lo largo del tiempo y hasta hoy en día.

En el caso de muchas manifestaciones y reivindicaciones como es, por poner un ejemplo, el caso del feminismo, nos encontramos ante un movimiento de gran fuerza en la resistencia comunista y que llevó a cabo acciones de fortalecimiento ante una presión autoritaria y de defensa de ciertos derechos de género y de su supervivencia. Supuso entonces un grito desde la desigualdad y bajo la represión y los mecanismos que el Régimen entendía como de “reeducación”. El Régimen y el peso de la Iglesia fueron dos factores que, sin duda, presionaron mucho y de alguna forma detonaron un ambiente propicio a que surgiesen las llamadas resistencias.
Pero hoy en día cualquier forma de reivindicación presente entonces y evolucionada hasta ahora tiene una difícil tarea para encontrar, hoy en día, una vía y un cauce lógicos. Sufren una delicada condición de ser susceptibles de manipulación y en muchos casos de radicalización no justificable. Lo cortés no quita lo valiente, esto no quiere decir ni mucho menos que no queden retos por alcanzar a nivel de derechos en muchos campos pero debiera ser sin la confusión de la radicalización.

Algo que toca también a la población civil es la memoria histórica, que se representa hoy en distintas asociaciones y foros como pueda ser el Foro por la Memoria en Madrid. Así la memoria llega hasta nuestros días de la mano de personas cuya voz es la propia voz de la memoria de la Guerra Civil y, en algunos otros casos de personalidades políticas que se suman al carro, de alguna forma oportunista y que desarrollan cierta labor de manipulación y adecuación de la memoria a bienes partidistas.

Con todo esto quiero decir que vivimos, sin duda alguna, en una era de manipulación, en la que todo se revisa minuciosamente y se adapta al bien de cada uno. La memoria que nos llega ahora, y dejando a un lado la memoria silenciada, que aunque ahogada está presente, es en unos casos sincera pero mayoritariamente poco objetiva.

En cuanto a esta memoria de los hechos es sin duda responsabilidad de generaciones posteriores el mantenerla viva así como entender con perspectiva las heridas abiertas en el país y tener conocimiento de los hechos sin llegar a radicalizaciones y adecuaciones personales, con una objetividad que haga justicia limpia a la memoria.

En lo social no existió un bando vencedor, aunque en los hechos fuera obviamente así. Pero el vacío y la carga que dejó la guerra en este país fue realmente demasiado pesada, sangrienta y no tuvo nada en que favorecer a los intereses y beneficios de la población en general. La posterior represión, el vigilar, segregar, culpabilizar y “reeducar” a través de la censura, el exilio, las cárceles, los crímenes, las desigualdades, el hambre, el analfabetismo son hechos y lacras que pesan y que son consecuencias irreparables de la guerra. A pesar de esto, sin ánimo de posicionamiento en el bando Nacional o en el bando Republicano, solamente entiendo los hechos desde un bando civil viendo una división ideológica eternizada hasta nuestros días y que se encarna en un país enfrentado consigo mismo.


Decía Unamuno en 1936:

“se ha hablado aquí de guerra internacional en defensa de la civilización cristiana; yo mismo lo hice otras veces. Pero la nuestra es sólo una guerra incivil (…) Vencer no es convencer, y hay que convencer sobre todo, no puede convencer el odio que no deja lugar a la compasión”.

miércoles, 12 de enero de 2011

En torno a Descripción de la mentira, de A. Gamoneda.

Antonio Gamoneda nace en Oviedo en 1931, trasladandose en el 34 a León junto a su madre y habiendo perdido a su padre de 44 años y también poeta.


“El 36 fue una autopista de muerte, después la represión”

Desde el comienzo a Gamoneda le rodea una atmósfera en la que, como él mismo dice, se convive con la muerte. Esto de alguna forma marcará su trayectoria personal y poética, manchada por esta vivencia constante.
La represión podría, así mismo comprenderse como una muerte en vida, pero en su poesía ésta resulta ser un canal por el que convertir el peso de los acontecimientos en compasión e incluso en el placer de lo bello.
Por tanto, Gamoneda no imagina, sino que considera este tema un compañero de viaje.



Carne viva, ambigüedad y polisemia.


Sus poemas, de gran carga sentimental, contienen, como él comenta, una pasión por la palabra. La palabra en carne viva, una palabra sin atadura, que reside en la ambigüedad y, sobre todo, reside en la polisemia.
Gamoneda trabaja eliminando datos específicos de localización. Al hilo de ésto él habla de la poesía como una tarea alquímica, transformando la realidad y colocándola en otras significaciones latentes no presentes en la superficie.

La primera vez que leí Descripción de la mentira recuerdo haber entrevisto, como lector libre, una historia personal. Si hubiese tenido que situar la obra en un lugar hubiese sido un lugar hermético: el cuerpo.

La experiencia como generadora de conciencia.

Ahora comprendo que es esa experiencia, el contexto en el que se sitúa el autor, la que desencadena la vivencia en su cuerpo, en un lugar íntimo y hermético; la que genera una poesía que mueve y conmueve.
Es sobre esa experiencia sobre la que se levanta su conciencia; el poemario no nace de una estructura lógica, sino de una intuición poética y de un trabajo de la memoria sin un plan deliberado.

La obra se trabaja en un estado de penumbra, marcado por más o menos siete años de silencio poético. Este estado de penumbra marca tanto la obra como el tiempo real al que hace referencia, un tiempo de liberación y apertura a la transición del 75 generando un contraste entre el hermetismo del texto y la apertura externa


Temblor de cauces invertidos, gestos de rostros improbables: eso queda de nuestros actos. Antes pasaron días; había sangre en la serenidad

y los días eran espesos en mis párpados.